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Por Karen Janett Carranza
WASHINGTON, D.C. – 18 de abril de 2017 – Una de las últimas acciones en defensa de los ecosistemas y la salud pública que tomó Barack Obama antes de terminar su mandato presidencial, fue la de proteger casi la totalidad (98%) de Tierras Públicas oceánicas susceptibles de explotación petrolera. La importancia de ello reside en que mantener limpios los mares de derrames petroleros que son provocados por las perforaciones permite la conservación y preservación de la biodiversidad marina, ofrece una vida saludable a los residentes de las costas y beneficia el clima de la región. Sin embargo, esta victoria ambiental podría ser abatida por el presidente Trump a través de una nueva orden ejecutiva que derogue la protección promovida por la anterior administración.
Los océanos Ártico y Antártico se mantienen limpios de fugas de petróleo hasta este momento, lo que asegura la conservación de la vasta diversidad de los ecosistemas que los habitan. No obstante, estas zonas se han visto severamente afectadas por los efectos de los cambios drásticos en la temperatura global. La mayor parte de los norteamericanos prefiere preservar estos lugares limpios de contaminación petrolera en lugar de que estos queden en manos de la inversión privada. Aprobar la exploración de mantos petroleros en ellos sería un atentado contra la naturaleza y la salud pública, ya que aumentaría el riesgo de consumo de alimentos contaminados, los riesgos de desarrollar asma como consecuencia de quema de combustibles fósiles y afectaría la economía de comerciantes locales y de pescadores que todavía realizan sus actividades de manera rústica.
Los Congresistas Republicanos y Demócratas de los Estados de las Costas del Atlántico se oponen a las perforaciones submarinas; argumentan que estas prácticas pondrían en riesgo cerca de 1.4 millones de trabajos y su economía costera valuada en 95 billones de dólares.
Hay precedentes de desastres provocados por derrames petroleros como el de BP-Deepwater Horizon que contaminó más de mil millas de la línea costera en el Golfo de México en abril de 2010. Esta tragedia ecológica reflejó pérdidas en ventas por 952.9 millones de dólares para los pescadores y más de 6.05 billones de dólares en la industria del turismo. Si algo así pasara en las costas del Atlántico, representaría la ruina de sus preciadas playas y el cierre de pescaderías desde Savannah, hasta Boston. En 2014, la actividad pesquera y de comida del mar del Atlántico Medio y Sur mantuvo más de 367,044 empleos y generó más de 67 billones de dólares en actividades económicas.
Los derrames petroleros son inevitables en este tipo de prácticas. Existen otras repercusiones como la crecida en el nivel del mar que incrementa las posibilidades de daños a las poblaciones, estas afectaciones pueden llegar a ser tan graves que podrían ocasionar su desaparición en pocos años.
Hasta el momento, 122 municipios de la Costa Este de los Estados Unidos -que van desde Florida hasta Nueva Jersey- conforman una alianza que representa a más de 35 comercios y 13 grupos importantes de pesca, quienes se han opuesto públicamente al desarrollo de exploraciones petroleras submarinas y de gas en el Océano Atlántico.
La “Ley de Tierras Fuera de la Plataforma Continental” de 1953, ha protegido esta zona durante varias décadas; dar paso a la industria petrolera sería un retroceso en las políticas ambientales y la Administración del Presidente Trump -a través del Secretario del Interior Ryan Zinke- está dispuesta a darlo mediante una enmienda al arrendamiento de servicios de explotación de petróleo y gas natural por 5 años, que hasta ahora sólo es aplicable en el Golfo de México. Esta revocación sería una acción sin precedentes que podría ser apelada en las cortes. Algunos de las empresas que serían beneficiadas con estos movimientos incluyen a “Royal Dutch Shell”, “Chevron Corp.”, “ExxonMobil Corp.” y “Statoil”. Dicha información fue dada a conocer el pasado 6 de abril a través del sitio de Bloomberg.
Las compañías de petróleo y gas, ya cuentan con los derechos de extracción de 16.9 millones de acres de las tierras públicas submarinas, incluyendo las del Ártico, sin embargo tres cuartos de ellas siguen sin ser explotadas. Desde el 1 de marzo de 2017, 73% de la zona de Plataforma Continental Exterior que el Departamento del Interior ya dio en concesión a las compañías de petróleo y gas, no está produciendo nada. Esto suma un total de 12.3 millones de acres de espacio submarino que las compañías de petróleo ocultan y representan beneficios mínimos para los contribuyentes Americanos. En el Ártico, únicamente 10 mil 424 acres de 204 mil 948, que tiene en concesión la industria de combustibles fósiles, están en activo. Esto significa que únicamente se ocupa un 5.08% de la zona arrendada.
La Administración buscará hacer movimientos meticulosos para evitar que su propuesta sea frenada. Este momento de la historia de la humanidad exige que tomemos acciones en torno a la producción de energías limpias, que permitan un desarrollo económico y laboral digno para las comunidades, al tiempo que contribuyan a la preservación de un mundo saludable para las generaciones futuras.
La Liga de Votantes por la Conservación ha declarado a través de su Presidente Gene Karpinski, que “Donald Trump ha demostrado nuevamente que su presidencia sirve a los intereses de las grandes compañías petroleras por encima de la salud, seguridad y futuro de la gente que vive a lo largo de Estados Unidos. Rescindir la protección de las aguas del Ártico y el Atlántico para que las Grandes Petroleras puedan extraer el insumo, ponen a la economía y formas de vida de las costas en riesgo de un devastador derrame de petróleo, mientras que empeora las consecuencias del cambio climático. Debemos tomar decisiones inteligentes sobre el uso de energías mediante la inversión en las energías limpias para dejarles a nuestros niños un planeta sin daños más allá de las simples reparaciones, en lugar de apostar nuestro futuro a lugares en los que el petróleo no alcanzaría a abastecer a los consumidores por décadas”.
Karpinski comenta además que “Si el Presidente Trump atenta con derogar las protecciones permanentes para el Ártico y Atlántico, seguramente fallará. La ley les da a los presidentes la autoridad para mantener a las zonas oceánicas permanentemente fuera de los límites de extracción, pero no dice que pueden volverlas a poner en la mira. Ningún presidente ha intentado jamás revocar esa prohibición permanente, mucho menos procedería ahora. Estamos con la gente y haremos todo lo que esté a nuestro alcance para seguir con la resistencia hacia la agenda radical de Trump que beneficia a las Grandes Petroleras para que expandan sus perforaciones que amenazan a las costas de nuestra nación”.